jueves, 10 de diciembre de 2009

Documento Nº 4. TTC Diciembre 2009


“Como diría Descartes en el siglo XXI: pienso, lo escribo en mi blog y existo en sus conexiones.”

En este módulo de Tecnologías para el trabajo Colaborativo (TTC) se hace hincapié en el problema de construir un sentido compartido de la realidad. Menudo problema, donde se entrecruzan los sentidos tradicionales con las construcciones teóricas. Parecería que nos adentramos en la abstracción pura, pero creo que justamente la idea es lo contrario. Comencemos.

Estamos trabajando con un “diseño de la World Wide Web como tecnología de conocimiento”, y aquí parece que también debemos definir primero que es el conocimiento, ya que aceptamos que estamos ante una tecnología simbólica. Y si esta tecnología de lo simbólico nos permite tender un puente hacia la construcción de conocimiento, comenzamos a entender que el puente es el conocimiento, a partir de que el camino se une al caminante.
En el módulo se encuentra una primera pregunta, que es si la misma herramienta con la que queremos trabajar colaborativamente no es justamente la que impide que realicemos nuestro objetivo. Encuentro con que es una pregunta de respuesta compleja, ya que sin la herramienta, la cosa es simplemente un medio, deberíamos explorar si existen otros medios más eficaces. Pero si la cosa adquiere sentido en sí misma, y es en cuanto relación objeto-sentido, la cosa se transforma en algo más que una herramienta. Para ejemplificarlo de otro modo, los servicios de la web 2.0 cambiarían de rol de transmisor de ideas a generadores de sentido. Que problema tan difícil de resolver, ya que le estaríamos entregando a la tecnología artefactual, las máquinas, y a su tecnología simbólica, los programas y sus métodos de uso, la potestad de producir conocimiento. Creo que sólo la interrelación de las personas posibilita la creación de conocimiento, y que esta nueva herramienta nos otorga más posibilidades, las que aún desconocemos en su totalidad, ya que a partir de la apropiación del sentido éstas se resignifican, y terminan siendo otra cosa distinta a su objetivo inicial, como sucede con los video juegos y su creación de estrategias.

Hablando de la creación de sentido de la realidad, parecería que ésta es una creación mental. Siguiendo a Bateson, “Si la mente es relación, entonces el cerebro es en su interacción con el entorno”. Sabemos que las teorías sobre los procesos mentales están en constante revisión, y que actualmente se basan en dos fuentes que se entrecruzan: los procesos fisiológicos y los puramente simbólicos. Evidentemente, este autor se refería al segundo mundo, donde “la comunicación es un conjunto que incluye a todos los procesos a través de los cuales la gente se influye mutuamente: un más allá del cuerpo que traspasa el perímetro biológico mediante extensiones de la mente, que en su alcance comunicativo, mediante los efectos de esas extensiones y de sus trazas informativas, se convierten en puntales y vigas de cohesión psicológica y social, de interacción, identidad y pertenencia a un contexto dado.” Evidentemente, estamos ante un punto de vista sistémico, donde los conjuntos están formados por subconjuntos que interactúan entre sí. Si lo simbólico son las extensiones de la mente, como las herramientas manuales son extensiones de nuestros miembros, la construcción de estos símbolos son lo que hace a la comunicación en sí misma.

Aquí me permito una digresión. Cuando hablamos de construcción compartida de la realidad, a través de inteligencias compartidas, creo que está faltando un elemento central en el desarrollo humano: el deseo. Y este componente, absolutamente individual e intrínseco, puede cambiar la percepción de esta misma realidad. Tal vez la respuesta haya que buscarla en las “metáforas de la mente” donde “vimos que la mente puede ser entendida más allá de lo que el sentido común nos sugiere en un primer momento, dándonos una comprensión basada en un ente individual o eventualmente social.” Si las miradas a las que debemos someter esta idea de conjunto parten de lo individual hacia lo social, esta conexión o relación resulta fundamental en la construcción del sentido.
Siguiendo con este razonamiento, “del otro lado de la visión dualista de la mente, -como sugeriría el mismo Bateson- compartiendo e hibridando la visión de cada ojo en una mirada estereoscópica crearíamos una ‘perspectiva relacional’ de la mente.”. La visión dualista nos acerca a otras culturas, como las orientales, que ya veían en estas construcciones las atribuciones de sentido del todo, contenidas sus contradicciones en la misma cosa.

Volviendo a la idea de que la realidad es una construcción inventiva, “dado que la realidad es una invención a partir de lazos que hace y le hacen a la mente, llegamos a la pregunta central de Bateson: ¿Cuál es la pauta que conecta?” Creo que esta conexión, y las tensiones que provoca, son lo que le dan un sentido a la realidad, y este sentido colectivo es lo que va forjando nuestra cultura. Problemática compleja si las hay, sobre todo en estas épocas de discusión sobre los poderes de los medios de comunicación.

Otra idea que me inquieta es el concepto de “máquinas inteligentes”, que para mí son más bien “sistemas inteligentes” Vale la apreciación de Alejandro Piscitelli: “La Web se ha convertido en un ecosistema informacional gigantesco, que puede ser utilizado como laboratorio físico (y metafísico) para testear el comportamiento humano y la interacción social…y aunque la red exhibe regularidades y patrones, y si bien los buscadores son ciegos a una parte significativa de la misma, ello no impide imaginar usos más inteligentes.”
Entiendo que cuando el autor habla de ecosistema, está otorgando un estatus animado a una construcción que parte de lo inanimado. Otra vez, el lazo está en la actuación de las personas en este ecosistema, lo que, nuevamente, le otorga un nuevo sentido, y que existe a partir de esta acción, y nunca sin ella.
Parece que la creación de sentido lleva implícita la creación del sinsentido, o como se indica “Nos deslizamos ahora más lentamente y arribamos a la primera detención del programa: el del sentido y el sinsentido. El aburrimiento, en lo que algunos llaman ‘la era del vacío’, se emparenta con el aumento de las tasas de consultas por temor, pánico y trastornos de la ansiedad y con una homogenización global de las prácticas sociales y los consumos culturales. El único modo de abordar esto que conozco es la de indagarle un sentido a estos problemas. Como hubiera intentado Bateson.” Esta era del vacío nos obliga a darle sentido a las cosas. Parecemos más humanos primitivos mirando al cielo que internautas mirando a la red.
Sería interesante mantener la mirada esperanzada, la de que ahora podemos “mirarnos a nosotros mismos y a nuestra red social, hecha de otros como nosotros, un nosotros más inteligente que la suma de todos.” Esta mirada supone un sentido superador de la realidad, y que esto nos haga más humanos y que podamos vivir en un mundo mejor. Ojalá la construcción colectiva de la realidad vaya en ese sentido.

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